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Foto del escritorMarcos Luvini

Siempre hay una primera vez

Actualizado: 1 nov 2023


En 18 años de acampe, por primera vez me olvidé los parantes de la carpa (tienda de acampe). Estoy en Malargüe, me dispongo a acampar y en un segundo me sacude el temblor psicológico. Soy un idiota. Venía flojo de ánimos con mis dudas de volver a remar un río solo y esto desencadena un llanto ahogado. Soy un idiota. Unas horas antes del vuelo había optado por otra mochila y me los olvidé. La había cagado en algo tan básico, dejar cosas para último momento conlleva errores. Ya iba sin bolsa de dormir para viajar ligero, ahora me sentía desprotegido.

Me sacude la vergüenza, la frustración, la angustia, el recuerdo de otras malas situaciones. Respiro, medito. Me recompongo. Escucho un podcast sobre el miedo en diversas corrientes religiosas y da en el clavo. Dejo entrar al miedo. Le abro la puerta. Que se alegren todos los demonios, vengan y tomen el té, estoy solo, pero puedo servir bien, hasta té en hebras con porcelana inglesa.

Me preparo la cena y armo el vivac y dejo de pensar retiradas dignas de lo que no había empezado. Quería unir la precordillera de Mendoza con la Pampa por el río Colorado. Duermo mucho. Me levanto. Tomo mate, leo El Maestro del Esgrima de Reverté para terminarlo y seguir con El Corazón de las Tinieblas de Conrad con su legendario Marlow. Medito. Camino. Yo ya se hacer esto, solo que me olvidé. Hace 9 meses había decidido ir al río Vjosa por eso mismo. Porque me había olvidado de disfrutar lo simple de acampar, pescar, hacer fuego y adaptarse. Todo se había vuelto demasiado técnico, demasiado ambicioso, modernamente deportivo, muy european. Lo de Grecia- Albania me salió mal y terminé en circunstancias comprometidas, andaba perdido.


Elegí el Río Colorado porque quería estepa y llanura.Y eso tengo. Eso recibo. Ya es el cuarto día con varias millas remadas, acampando, haciendo fuego, leyendo, matando tábanos, bañandome en el río, intentando pescar algo. Lo que más amo es ver cada día una de esas tormentas de Cúmulos Nimbus, rayos y viento cruzar el cielo. Como extrañaba las tormentas que en la estepa se ven a lo lejos, intimidantes. Al principio del Río tuve miedo, veía los rápidos con desconfíanza, me temblaban las manos. Cerraba los ojos reprimiendo imágenes. Pero milla a milla, el agua me mostró su magia y me devolvió la confianza.No me crié en las montañas ni en los mares.


Mi lugar de juego como el de mis amigos, fue el barrio en el conurbano de una gran y furiosa ciudad, el campo de mis abuelos y los montes bonaerenses con los scouts. El Río de la Plata y el Paraná, el litoral. Ahí empieza todo, y cuando uno se olvida de esas cuestiones presumiendo otras cosas, nos perdemos. Mierda, que bueno que haya una primera vez para olvidarse los parantes de la tienda. Una y mil veces más. Escrito el 8 de Febrero.


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