El que se toma solo, con la calma.
El que amerita un ritual bello de vapor saliendo de la tetera, ese velo que baila con la luz que entra por la ventana.
El mismo que te hace sentir en casa estés donde estés.
Se apoya el termo, la bombilla, el mate, y se pasa a verter la yerba de a poco, con concentración.
A la mañana todo es más silencioso, uno está más callado y mejor cuando se despierta cansado de alguna aventura.
Se ve la hoja en blanco sin angustias.
Así se escucha mejor.
Así se disfruta el tiempo y los colores que va dando la luz y podría vivirse sin mucho más en una eterna mañana.
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