Parecería que nadie hizo ni templos ni altares a San Azar. Que raro, siendo sus Vedas tan esclarecedores, duros e inclusivos. ¿Qué pasó? San Azar, patrón de la humildad, guardián de las preguntas sin respuestas, Muyahidin contra las ficciones que inventamos como cuentos para que nuestras historias personales tengan sentido. Signo invocador de la exageración del libre albedrío. Ya me está dando ganas de escribirle una oración, un gran Veda, unas líneas contemplativas. Que rápido que quiero acapararlo y hacerlo objeto de culto.
Es que me cae bien, muy bien. El San Azar atrevido, el de la aleatoriedad, ese o esa que mata a alguien que se traga una mosca, a otro con una maceta que le cae en la cabeza, a una tercera que le tocó nacer en Crimea. Va a su bola.
La tengo enojada a la Deidad de las Probabilidades con esto del splitboard, el mar, y todo eso en lo que decimos que no vale morir. A alguno le voy a tener que prender velitas, pero parece que no les gusta mucho.
Mientras que escribo voy entendiendo porque no tienen mezquitas u horóscopos todos los lunes las deidades como Azar y Probabilidad que poco y nada le interesan nuestras suposiciones, justificaciones y consuelos. Quizás más que santidad les pueda pedir amistad. Así como ese amigo de toda la vida que te dice: sos un pelotudo Marquitos, te estas enredando. Y sabes que tiene razón.
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