Buenos Aires- Domingo.
8 00 am. Preparo el mate, agarro el libro Thinking Fast, Thinking Slow de Kahneman y mi diario de Viajes. Subo las escaleras y meto la pierna en el agua helada de la pileta. A ver si los ligamentos van dando tregua. Leo dos páginas y escucho unos pájaros revoloteando. Es primavera, pero hace frío, piso quince del edificio, mirando el río, mañana de domingo feriado.
Dejo todo a un lado. Cierro los ojos. Escucho:
- La hoja del diario de viajes al temblar
- El silbido del termo mal cerrado
- El viento contra el borde de mi buzo
- Golondrinas? Unos gorriones al fondo
- La bocina del tren a lo lejos. Intento seguir su recorrido
- El traqueteo de los rieles. El tren llega a la estación Martinez.
- Un perro ladra
- Una señora grita
- El tren se va, me lo avisa la barrera.
- El murmullo del barrio, esa mezcla de sonidos inseparables.
- Bocinas de autos
- Más pájaros
Si alguien realizó este ejercicio, sabrá el sabor de la increíble paradoja. Buscando sonidos y discriminándolos es cuando encontramos el silencio más definido y por consecuencia, tangible, sentido. Un silencio que siempre estuvo y va a estar.
Comments